Cuando entras en mi casa
te entra la risa.
No es que entre, contigo,
la risa, tu risa,
sino que después de poner
un pie en mi casa,
te vienen unas ganas muy ganas
de reírte,
de reírnos.
Detrás de la puerta,
cerca de esa cotorra de plástico
que es el interfono,
hay una jaula de madera
-bueno, de madera y de mentira-
con un jilguero de peluche
que, por supuesto,
no sabe decir ni pío.
Hace mucho que está ahí
colgado, disimuladamente,
de una alcayata
que sostuvo un día un cuadro feo.
Hasta aquí todo normal, ¿verdad?
pues no,
lo raro viene ahora:
cuando cierras la puerta,
el aire travieso que vive en el portazo
zarandea la jaula
y al jilguero.
Todo el mundo que viene,
-cuando digo mundo, digo amigos–
Se queda esperando ver el vuelo del jilguero,
me mira y, al momento,
empieza a reírse.
No sé si les hace risa mi jilguero
o el pensar
que tienen una amiga un poco cabra.
Escucha la canción de EVA CASSIDY Songbird que acompaña a estos poeversos CLICANDO AQUÍ
lindo poema!….intentaré estar al corriente, ando liadita y entro poco a todo…B7s bonica!
Yo me río por ambas cosas…
Y por la suerte de tenerte!
Besazo!
Pues que viva la risa y su hermana la sonrisa!!
Enhorabuena amiga cabra. Me encanta la idea y los poemas. Un abraxo