A Pere, un aviador precioso y simpático,
y a su padres, a los que quiero tanto
como la trucha al trucho (es decir, MUCHO)
Cualquier día, mirando al cielo
te lo puedes encontrar,
en un avión de papel
volando sobre la ciudad.
Hace piruetas y juega
al escondite,
a pillar,
con las nubes de aire claro
que, en el cielo azul turquesa,
como si fueran princesas
duermen tendidas al ras.
Si le ves, grita su nombre.
Dile: “Pere, ¿dónde vas
de viaje con tu avión nuevo
de famoso aviador?
¿Me dejas que te acompañe
a volar, cruzar el aire,
y, cuando acabes, soñar?”
Pere vuela cada día.
Vuela su sonrisa alegre.
Su pelo de rebelde bueno.
Su juguetona alegría.
Pere es un niño muy grande
aunque aún no sea mayor,
pues tiene enorme y bonito
su precioso corazón.
¡Vuela, pequeño en el aire!
¡Vuela feliz con tu avión!
¡Vuela el cielo de la infancia!
¡Vuela, dulce aviador!